COMENTARIO AL DÍA

SOY DOCENTE DE LA ESPECIALIDAD DE COMUNICACIÓN Y TÉCNICO EN COMPUTACIÓN E INFORMÁTICA, TRABAJO EN LA IEE "FRANCISCO IRAZOLA" Y EN SENATI. TENGO EXPERIENCIA EN TRABAJOS TÉCNICOS PEDAGÓGICOS, TRABAJOS TUTORIALES DE ACOMPAÑAMIENTO, TRABAJOS DE CABLEADO Y CONFIGURACIÓN DE REDES, REPARACIÓN Y MANTENIMIENTO DE COMPUTADORAS, ASESORO EN ELABORACIÓN DE CUADRO DE HORAS, ADMINISTRACIÓN DEL SISTEMA SIAGIE (MED) Y ADMINISTRACIÓN DE HORARIOS ESCOLARES (ASC HORARIOS), GRADO DE MAESTRO CON LA MENCIÓN EN ADMINISTRACIÓN EDUCATIVA, ESTUDIOS CONCLUIDOS DE SEGUNDA ESPECIALIZACIÓN EN COMUNICACIÓN (MINEDU-UNCP), EXPERIENCIAS DE TRABAJO COMO ESPECIALISTA DEL MINISTERIO DE EDUCACIÓN A CARGO DE LA REGIÓN LORETO (2015) Y HUÁNUCO (2016), EXPERIENCIAS COMO TUTOR ONLINE Y CAPACITADOR DE AULAS FUNDACIÓN TELEFÓNICA Y EN LA ACTUALIDAD SOY ESPECIALISTA DESIGNADO EN EDUCACIÓN SECUNDARIA A CARGO DEL ÁREA DE COMUNICACIÓN E INFORMÁTICA DE LA UGEL RÍO TAMBO - SATIPO

miércoles, 16 de junio de 2010

¡Llega la ciberescuela!

¡Llega la ciberescuela!
La información fluye con más facilidad (¡y vaya qué facilidad!) gracias a Internet. Pero ¿y cómo vamos en generación de nuevas metodologías pedagógicas? Conocer Ciencia quiere compartir con todos uestedes este artículo publicado en la revista española de ciencias "Muy Intersante".

La clase de Almudena, profesora en un Instituto de Educación Secundaria, se ha transformado en un gallinero. “¿Jo, profe, pero no íbamos a hacer una WebQuest?”, protesta uno de los adolescentes. Ella enciende la pizarra digital y contesta: “César, siéntate. Ya he dicho que abráis los portátiles y os conectéis a internet: examen sorpresa”.

 La orden parece incongruente. ¡Cómo va a evaluar los conocimientos de sus alumnos con toda la Red ante sus ojos! Pues es factible. Este método ya se ha testado en las escuelas de Dinamarca y, si se aprueba, allí los estudiantes podrán examinarse conectados a internet a partir de 2011. Se trata de que busquen la información necesaria con la que desarrollar un trabajo original. Para evitar que copien, los educadores harán chequeos de las páginas visitadas.

Y ya puestos, hay quien permite chatear, como Enrique Dans, profesor de Sistemas de Información en IE Business School de Madrid. “Mis alumnos hacen su examen en el portátil y lo envían a una cuenta de correo. Antes les dejaba utilizar todo menos el chat. Ahora me da igual, porque una tercera persona es un recurso más”.
Aceptémoslo: la forma de aprender ha cambiado. Hoy no podríamos asegurar el éxito de un programa de televisión como El tiempo es oro de finales de los 80 y principios de los 90, en el que un concursante sufría entre tomos enciclopédicos hasta encontrar un enigmático dato. “¡Que lo busque en Google!”, diría cualquier adolescente. Una brecha digital separa a los jóvenes de las generaciones que les preceden, y en el aula este desnivel se hace especialmente abrupto. Muchos profesores son inmigrantes digitales frente a sus alumnos, nativos del cibermundo. Los docentes han visto cómo sofisticados gadgets invaden sus centros, y se prevé una profunda transformación en la manera de generar y transmitir conocimientos. En efecto, la explosión de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en la enseñanza está aún por llegar.

A Juan Manuel Núñez, director de TIC corporativo del Grupo SM en Madrid, le brillan los ojos cuando imagina lo que aún queda por inventar. “No creo en un aula futurista, sino en una nueva enseñanza apoyada en potentes tecnologías. Habrá más confluencia entre educación formal y no formal –la que se da fuera de la escuela–, se multiplicarán las fuentes de saber, el profesor pasará de ser transmisor a regulador del aprendizaje, habrá nuevos dispositivos desde los que navegar, escribir y leer. Y el alumno tampoco será el mismo”.
La tiza dice adiós con la llegada de las superpantallas

La transición ha comenzado. Ya no hay por qué mancharse de tiza desde que las flamantes pantallas digitales interactivas (PDI) presiden las clases. Un videoproyector conectado a un ordenador enfoca imágenes en la PDI, que se controla desde un portátil, un tablet PC o directamente sobre la pantalla. Sus posibilidades sólo dependen de la creatividad del profesor.

Permite visualizar gráficos y vídeos, establecer vínculos, escribir, exportar archivos, enviarlos por correo electrónico, etc. Diversos estudios, como los de la británica Julie Cogill, doctora en Educación, demuestran que los jóvenes, familiarizados con el hipertexto y la interacción, se implican más en las clases con PDI. Además, potencia la colaboración y las habilidades sociales, y motiva al profesorado.

La clásica estampa escolar con lápices y libros sobre el pupitre se esfuma por momentos. El alumno trabaja con su ordenador portátil o su tablet y el profesor controla las pantallas desde su equipo. Incluso existen centros con un taller de préstamo y reparación de ordenadores. Además de los dispositivos de alta movilidad y las pizarras, se han adaptado al mundo educativo las aplicaciones más variopintas, como videojuegos, entornos virtuales, redes sociales, blogs, foros... Pero hay malas noticias para los tecnoptimistas: las tecnologías no aportarán nada revolucionario mientras se sigan empleando los métodos didácticos de siempre.

El paso siguiente es integrar toda la parafernalia tecnológica “Si se te ocurre cómo integrar el móvil en el aula, nos haremos de oro”, bromea Núñez. Y añade: “Se podrían plantear retos por SMS gratuitos a los alumnos. También se debería explotar el podcast. Sabemos que los chavales disfrutan con el móvil, el MP3 y la videoconsola. En Japón, por ejemplo, una novela por SMS ha tenido un tremendo éxito entre los jóvenes. ¿Por qué no incorporar al aula lo que les gusta? Si consigues engancharles, puedes lograr que se interesen por la literatura, la física o lo que sea.”
En cuanto al equipo educativo del futuro, los visionarios sueñan con un dispositivo multiuso que aglutine todas las funciones imaginables –juegos, ordenador, teléfono, lector de documentos, televisión por internet– y que sea compatible con sistemas para trabajar en grupo. También hay que tener en cuenta que la tecnología debe adaptarse al espacio y el tiempo de una clase. Esta dura 50 minutos, y de ellos hoy el profesor pierde cinco en colocar el proyector, otros tantos en que los alumnos inicien sus equipos, y aún más en desmontarlo todo. “Nadie se planplantea si el libro de texto fallará o si la llave de la clase abrirá la puerta. Cuando la tecnología funcione así, de un modo transparente, formará parte del aula de manera natural”, advierte Núñez.
El reto consiste en crear productos diseñados para la escuela en vez de integrar a la fuerza tecnologías propias de otras disciplinas. “Mirando al futuro, no pienso en un aula llena de ordenadores, sino una en que las paredes sean pantallas táctiles de acceso al conocimiento. O una clase de música que, en vez de un monitor con un pentagrama, tenga un gran piano en el suelo. O quizás una sala de profesores con videoconferencia multibanda conectada con otro centro. Y esas son tecnologías que hoy no tenemos”, señala Núñez. Ya han aparecido mesas multitáctiles en las que varios niños pueden dibujar a la vez con las manos, ordenar la tabla periódica o resolver operaciones matemáticas. Es una tecnología creada para la formación. “La PDI funciona. ¿Por qué? –se pregunta Núñez–. Porque no es más que una pizarra clásica a la que hemos incorporado tecnología. Los libros electrónicos aún no triunfan porque no hay un interfaz que supla las propiedades de un libro, que no se rompe al caerse, huele, permite apuntar...”.

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