COMENTARIO AL DÍA

SOY DOCENTE DE LA ESPECIALIDAD DE COMUNICACIÓN Y TÉCNICO EN COMPUTACIÓN E INFORMÁTICA, TRABAJO EN LA IEE "FRANCISCO IRAZOLA" Y EN SENATI. TENGO EXPERIENCIA EN TRABAJOS TÉCNICOS PEDAGÓGICOS, TRABAJOS TUTORIALES DE ACOMPAÑAMIENTO, TRABAJOS DE CABLEADO Y CONFIGURACIÓN DE REDES, REPARACIÓN Y MANTENIMIENTO DE COMPUTADORAS, ASESORO EN ELABORACIÓN DE CUADRO DE HORAS, ADMINISTRACIÓN DEL SISTEMA SIAGIE (MED) Y ADMINISTRACIÓN DE HORARIOS ESCOLARES (ASC HORARIOS), GRADO DE MAESTRO CON LA MENCIÓN EN ADMINISTRACIÓN EDUCATIVA, ESTUDIOS CONCLUIDOS DE SEGUNDA ESPECIALIZACIÓN EN COMUNICACIÓN (MINEDU-UNCP), EXPERIENCIAS DE TRABAJO COMO ESPECIALISTA DEL MINISTERIO DE EDUCACIÓN A CARGO DE LA REGIÓN LORETO (2015) Y HUÁNUCO (2016), EXPERIENCIAS COMO TUTOR ONLINE Y CAPACITADOR DE AULAS FUNDACIÓN TELEFÓNICA Y EN LA ACTUALIDAD SOY ESPECIALISTA DESIGNADO EN EDUCACIÓN SECUNDARIA A CARGO DEL ÁREA DE COMUNICACIÓN E INFORMÁTICA DE LA UGEL RÍO TAMBO - SATIPO

sábado, 17 de noviembre de 2012

INTERCULTURALIDAD EN EL PERÚ


LA INTERCULTURALIDAD EN EL PERÚ
LA COMPLEJA DIVERSIDAD
CULTURAL EN EL PAÍS
Los antropólogos de campo han recalcado la gran diversidad de los andes al punto que algunos llegan a decir que en los andes existen tantas culturas como pueblos y variantes dialectales. La actitud misma de construir la identidad enfatizando así la diferencia, es sin embargo común a todos y es un rasgo cultural que los une fuertemente, como los une también la búsqueda y creación de rituales que afirmen la unidad del conjunto, preservando y marcando a la vez las diferencias.
Se conoce en la actualidad cada vez más acerca de la manera cómo los andinos han utilizado y utilizan en la producción la gran diversidad de climas, terrenos y especies, aprovechando lo mejor posible la multiplicidad de nichos ecológicos a su disposición. Estamos ante la única gran civilización agrícola que logró avances considerables sobre la base del policultivo en lugar del camino del monocultivo seguido por las demás grandes civilizaciones agrícolas en el orbe.
Para los andinos, producir no es sólo una relación con la naturaleza, es simultáneamente una relación social. El manejo de la diversidad también se evidencia en ese nivel. Las sociedades andinas siempre han dado mucha importancia al desarrollo de instituciones y rituales que hicieran posible que grupos de orígenes geográficos y étnicos muy diversos pudieran convivir, manteniendo identidades propias muy fuertes, pero también intercambiando entre sí y buscando mantener vínculos de buena vecindad con el menor costo en tensiones y violencias.
Los estados andinos lograron expandirse cuando supieron aprovechar las tradiciones de manejo de la diversidad, para mantener una paz basada en un cierto respeto de las autonomías, y una economía que buscaba articular la diversidad en un nivel mayor.
Los conquistadores españoles, por su parte, eran ellos mismos producto de influencias múltiples, aun cuando la España del siglo XVI negara esas influencias, afirmando la "pureza racial": junto con las armas físicas, las armas mentales de la reconquista fueron trasladadas a la conquista de América (Manrique 1993).
La relación colonial creó una brecha social y étnica entre "indios" y "españoles", con el fuerte sistema jerárquico correspondiente. Pero las relaciones entre "vencedores" y "vencidas" están a la vez llenas de ambigüedades: el indio rechaza al español pero aprende de él, lo imita y busca apropiarse de los rasgos culturales que lo identifican (vestimenta, herramientas, lengua, culto), aunque sin perder los propios. Aparece así un nuevo campo de desarrollo del manejo de la diversidad, en una relación dual no simétrica sino de subordinación, pero en la que el subordinado pretende arrebatarle sus poderes al dominante al colocarlos al lado de los antiguos recursos culturales. Algunos llaman sincretismo esta manera de yuxtaponer al santo con la huaca. También podríamos decir, más simplemente, que se trata de un nuevo campo de aplicación de la antigua tradición de incorporar elementos nuevos (diversos, distintos) otorgándoles sabiamente un espacio al lado de los antiguos.
La emancipación de España -muchos lo han dicho- no significó la eliminación del racismo que heredamos del periodo colonial y que es de difícil y lenta erradicación de las mentes aun cuando ya no se confiesa abiertamente. En nuevos contextos, antiguas y variadas tradiciones encuentran también a veces nuevos espacios en su lucha por el simple derecho a existir. Entre ellas, y aunque son minorías muy pequeñas, los grupos amazónicos revisten mucha importancia en términos cualitativos: a diferencia de los andinos, no llegaron a ser colonizados y han mantenido por tanto identidades fuertes, pero también se encuentran muy desarmados frente al contacto masivo con el mundo exterior.
A este gran tronco andino-amazónico originario se suman muchos grupos. Entre ellos destaca el de origen africano, pero también son muchos otros, llegados al país en diversos momentos de su historia y que se han adaptado en formas muy diversas: descendientes de chinos y japoneses, pero también de árabes, italianos, alemanes, y muchos otros, con grados diversos de mantenimiento de la identidad originaria. Son muchos y variados los aportes de todos ellos a las actuales costumbres y actitudes. Más allá de la dureza de la relación colonial y del racismo que de allí deriva, en la sociedad peruana se ha ido forjando también -siempre en medio de ambigüedades- una cierta tolerancia por el otro, por quien es distinto, y un aprecio por diferentes formas de mezcla (pensemos por ejemplo en la comida que se ofrece en los restaurantes limeños).
Más allá de las diferencias, importa destacar y estudiar las relaciones nuevas que se han ido gestando entre grupos y personas con orígenes culturales distintos y que, al verse obligados a convivir, han ido también influenciándose mutuamente.
LA PERCEPCIÓN COTIDIANA DE LA
 DIVERSIDAD CULTURAL
La diversidad cultural no es un problema. Puede ser más bien, como decía Basadre del Perú, una posibilidad. El problema no está en la diversidad misma sino en la manera de percibirla. Es decir: el problema es considerarla un problema. Es frecuente la comparación con países europeos, asiáticos o incluso latinoamericanos (Chile o Argentina por ejemplo), para mantener esa afirmación. Curiosamente la referencia a los Estados Unidos debería abrirnos a otra percepción: un país de inmigrantes de orígenes tan diversos como Estados Unidos fue capaz de convertirse en el país más poderoso del planeta.
Obviamente, detrás de esta percepción, asoma claramente el racismo que percibe la diversidad y el "problema" solo ante una población no "blanca". Somos así tributarios de una construcción ideológica que creó lo "occidental" y lo "blanco" a lo largo de la historia de la colonización europea y al servicio de ella.
La percepción de la diversidad cultural como un problema va a la par con el hábito compartido de ubicar a las personas dentro de una escala valorativa de prestigio social de acuerdo a los rasgos que ostentan y que las diferencian de otras. Para señalar solamente el caso más patente, el tener la piel clara y hablar el castellano ubica a las personas "espontáneamente" por encima de quienes tienen la tez oscura y hablan quechua. No solo el poder y la riqueza se asocian más fácilmente con los primeros, sino también la belleza y la bondad. Los cánones de belleza son particularmente rígidos en una sociedad que pone en la escala más alta la nariz respingada y el cabello rubio y desprecia el color oscuro o la nariz aguileña. De los patrones estéticos se pasa fácilmente al juicio sobre los valores morales de las personas: un muchacho "guapo", joven y vestido con elegancia de revista, será normalmente creído más fácilmente que un moreno viejo y andrajoso.
Estos ejemplos solo aluden a casos extremos y no deben hacernos creer que la realidad sea tan simple. Las diferencias no son generalmente tan nítidas como las señaladas y los signos que las marcan -o una combinación de muchos de ellos- son a menudo muy sútiles, pero en conjunto son muy eficaces: al encontrarnos con una persona y al observar sus características físicas, su forma de vestirse, su actitud, su manera de hablar, la ubicamos de inmediato y casi siempre sin darnos cuenta, en una categoría estética, moral y social, jerarquizada en relación con nosotros mismos: más, menos o igual. Es decir la clasificamos de acuerdo a estereotipos que nos hacen prejuzgar de la persona antes de conocerla.
El luchar contra estos prejuicios no es fácil porque los hemos internalizado profundamente y porque son compartidos por todos. En especial son patrones internalizados también por quienes se encuentran desfavorecidos por el estereotipo y se lamentan por no poseer los rasgos (físicos y culturales) que les darían prestigio en la sociedad. Desarrollan entonces una actitud ambigua: por un lado, frustración y hasta desprecio por los propios rasgos, con la ambición de acceder por lo menos parcialmente al modelo de mayor prestigio (véanse por ejemplo los tratamientos de belleza, que aspiran a acercarnos al ideal de belleza reconocido), y por otro lado, odio oculto y reprimido hacia ese modelo que se sabe inalcanzable.
Una manera de luchar contra esta realidad es buscando invertir el valor atribuido al estereotipo: convertir en positivos los rasgos despreciados. Una buena expresión de esa actitud se vio en el movimiento negro en Estados Unidos al reivindicar la negritud bajo el lema "black is beautiful" (lo negro es hermoso). Esa es en general la actitud de los movimientos étnicos, como es el caso del indigenismo en nuestros países latinoamericanos. El buscar afirmar identidad de ese modo permite sin duda desarrollar la autoestima de las personas, combatiendo antiguos sentimientos de inferioridad, pero deben estudiarse el costo y los peligros de esa manera de enfrentar el problema. Por un lado, no desaparece fácilmente la ambigüedad con respecto a las marcas del poder identificado en términos étnicos: la oposición radical muestra la fuerza de atracción que sigue teniendo el modelo dominante para los oponentes. Por otro lado, la perspectiva sigue concediendo pertinencia a estos rasgos étnicos (que siguen apareciendo como realidades naturales aunque -no lo olvidemos- son construcciones sociales) y por tanto acepta reglas del juego originadas en la relación colonial.
Sin negar entonces la importancia de estos movimientos en la lucha contra antiguas discriminaciones, debe reconocerse que esa actitud, en su manera de cuestionar radicalmente las antiguas escalas de valores, difícilmente escapa a su turno a una nueva valoración jerarquizante basada en rasgos étnicos y que tiende a ser excluyente. Quedan entonces para muchas grandes dudas sobre cómo articular desde ahí un profundo diálogo intercultural. Éste es en todo caso un importante punto en debate.
En breve se podría decir que muchas formas de ejercicio del poder en el Perú siguen obteniendo respaldo en forma importante en la exhibición de ciertos signos de distinción (tener tez blanca, hablar de cierta manera, etc.) íntimamente vinculados con la percepción de diferencias étnicas y raciales. La relación con estos signos encierra la misma ambigüedad que la que se mantiene con el poder: deseo de acceder a ellos y odio por la frustración de no tenerlos. La lucha contra esta realidad no es fácil. No basta en todo caso con convertir antiguos estereotipos de positivos en negativos y viceversa.
TENDENCIAS DE LOS PROCESOS
CULTURALES ACTUALES
La metáfora del encuentro del zorro de arriba con el zorro de abajo en la obra conocida de José María Arguedas (1971), es una manera muy andina de interpretar al país. Al presentar a los zorros como representantes de la sierra y de la costa, el autor nos habla de las relaciones difíciles entre andinos y criollos en la actualidad y nos recuerda simultáneamente distinciones anteriores a la relación colonial, y sobre las cuales se habían tejido antiguas relaciones de reciprocidad. La metáfora de los zorros es muy útil y a su vez, aplicada a la realidad del Perú contemporáneo, muestra sus limitaciones. "A qué habré metido estos zorros tan difíciles en la novela", "estos "Zorros" se han puesto fuera de mi alcance", nos confiesa Arguedas en el diario que puntúa la novela. En efecto, la metáfora construida sobre un modelo dual se prestaba muy bien para interpretar la antigua realidad andina, pero es de uso difícil para hablar del Perú de hoy (en el caso concreto de la novela, el Chimbote del boom de la pesca), un país no solo múltiple y fragmentado, sino totalmente trastornado ya que no logra mas articular sus diferencias al modo del encuentro de "zorros" que ya no existen o han perdido identidad.
Este nuevo Perú "hirviente" ha sufrido cambios de tales magnitudes que las propias categorías mentales que se utilizaban para entenderlo, resultan insuficientes y en muchos casos obsoletas. Antes, las identidades se construían de manera clara con la pertenencia de los individuos a grupos claramente identificables, con vínculos de parentesco y de vecindad perfectamente definidos. Era entonces importante señalar claramente de qué manera se diferenciaban y oponían los grupos, para desde ahí encontrar formas de unirlos en un encuentro fructífero en el que la amistad no excluía tensión y pelea, pero suponía la incorporación de las identidades particulares en una identidad superior que siempre corría el riesgo de volverse a dividir. De ahí los múltiples rituales andinos que celebran a la vez la competencia y la unión de los competidores.
En el Perú actual, sin embargo, los grupos no son fácilmente identificables, los vínculos de parentesco sólo definen cierto tipo de pertenencia, las personas se vinculan a simultáneamente a esferas sociales distintas y tienen más libertad para definir opciones (como la elección de sus amigos y en especial la de su pareja). Las identidades ya no se construyen como antes sobre la base de grupos corporativos que cubrieran el conjunto de la vida de las personas en forma más o menos homogénea y estable. Esta nueva realidad de la vida urbana moderna da lugar a muchos desconciertos y tensiones, pero es también portadora de enormes posibilidades para el desarrollo de la libertad humana.
Todo ahora parece confuso, ya no existen los claros límites que los grupos señalaban para marcar las identidades respectivas. Ahí donde antes existían separaciones, se producen mezclas y fusiones. Todo parece incierto desde que las propias reglas básicas de la vida en sociedad parecen escabullirse. Lo social, desde luego no desaparece, pero se construye y reconstruye de otro modo. Los espacios de fusión y de indefiniciones no conducen necesariamente al caos, generan también libertad para escoger y probar caminos nuevos, crear identidades más abiertas que antes. Pero también se forjan identidades nuevas basadas en el antiguo principio de constitución del grupo mediante oposición. En esta lógica de separación, base posible para alianzas en una unión mayor, las identidades pueden eventualmente referirse a la tradición, pero aun entonces pertenecen ya a un contexto distinto, con nuevos significados. Es en tensiones de ese tipo entre una lógica de fusión (que al trastocarlo todo también abre a la libertad) y una lógica de separación/unión (que, en la busca de nuevas seguridades, tiende a crear nuevos cercos entre grupos), que se construyen las nuevas relaciones y la nueva institucionalidad social.
En el nuevo contexto, la afirmación de identidad por separación/unión sigue siendo imprescindible: todos necesitamos afirmarnos en grupos más o menos cerrados que buscan alianzas con otros. Sin embargo, ya no pertenecemos en forma exclusiva a un grupo nítidamente separado en el que se desenvolviera nuestra vida en todos sus aspectos, tal como sucedía anteriormente en el seno del grupo familiar y étnico (era muy difícil entonces cuestionar la pertenencia al grupo familiar y escapar a los derechos y obligaciones derivados de ella). Las identidades construidas sobre un principio de separación excluyente resultan ahora socialmente mucho más difíciles de sostener y por ello quienes optan por esa vía recurren fácilmente a métodos que tienden a crear y fortalecer artificialmente las barreras: el discurso dogmático reiterativo y diversas formas de coacción psíquica e incluso física. Muchas formas de violencia en la sociedad contemporánea podrían encontrar explicación en ese esfuerzo por salir del desconcierto creando nuevas entidades separadas y excluyentes, que para existir se cierran artificialmente mediante el dogma y la violencia.
Existe sin embargo otro camino, en el que las identidades creadas por oposición y separación no se encierran en sí mismas. Desde ellas, y desde la libertad hecha posible por la propia situación de incertidumbre, se asumen entonces identidades abiertas dispuestas a dejarse influenciar en el diálogo con otros, es decir identidades que aceptan el pluralismo y buscan la generación de consensos.
La lucha por la educación escolar, que en el Perú ha movilizado profundamente las energías, es en esa perspectiva una lucha por cambiar la propia actitud cultural -o la de los hijos- con la finalidad de estar en mejores condiciones al enfrentar la "confusión" del mundo. Al abrir las mentes a nuevas realidades, la educación en general ayuda a relativizar las propias concepciones y abre el camino a la perspectiva pluralista e intercultural de la que hablamos. Sin embargo, este proceso no es fácil, pues la educación escolar en el Perú no está terminando de cumplir su promesa. En lugar de abrir las mentes al respeto por el pensamiento del otro, fortalece el dogmatismo cuando exige del alumno la mera repetición de memoria de las "verdades" escritas en los libros y proclamadas como eternas por los profesores.
Tampoco la escuela ayuda al diálogo intercultural cuando presenta las culturas andinas y amazónicas como reliquias de pasado, que en el mejor de los casos pueden traer divisas como objetos de museo, sin poner en duda la supremacía del castellano (o -claro está- del inglés) y de la llamada cultura occidental. La educación bilingüe intercultural ha sido marginada y en todo caso se la considera más como una estrategia de integración para quienes no hablan castellano que como un espacio de diálogo entre integrantes de ámbitos culturales diferentes. La interculturalidad como proceso recíproco en el que aprendamos unos de otros, es un concepto prácticamente desconocido en educación. De estas deficiencias, pero también de las enormes posibilidades existentes, nos toca ahora hablar con más detalle.




























































Fotos de CESAR AUGUSTO II POMA GARCIA (Colitas)

viernes, 16 de noviembre de 2012

Algunas reglas de urbanidad


Cada día existen aprendizajes y descubrimientos, modas y conceptos actualizados, pero sin darnos cuenta, olvidamos y desestimamos algunos de los más antiguos e importantes modales y cada vez los vamos sacando de nuestra vida. Por lo tanto, las nuevas generaciones comienzan a crecer sin ellos. Nos referimos a las Reglas de Urbanidad.


Las Reglas de Urbanidad tuvieron su inicio cuando el hombre comenzó a mezclarse socialmente, entonces estableció formas, reglas, conceptos y modales de respeto al prójimo y de la forma más elegante y apropiada de relacionarse con las demás personas. Todas estas reglas fueron mejorando y cambiando de acuerdo a las épocas y a la evolución del hombre. Fueron adaptadas a las diferentes sociedades, climas y clases, en las diferentes escalas sociales y nacionalidades. Cada grupo étnico adoptó las más adecuadas a sus criterios, idiosincrasia, religiones y formas de pensar; pero siempre respetando las relaciones humanas. Eso es urbanidad, consiste en saber convivir en comunidad, saber comportarse de modo correcto en cualquier ocasión para agradar a quienes nos rodean. Para cultivar esta virtud, es imprescindible desarrollar el “tacto social”.mantener una cortesía civilizada, a la hora de relacionarse con las demás personas.
En la sociedad actual, muchas de estas reglas han sido olvidadas y ellas están totalmente relacionadas con el crecimiento personal de cada individuo y de su evolución general y en este caso, la espiritual.
Cuando se quiere crecer espiritualmente se debe tener una educación interna y externa de todas las cosas que refieren al hombre, en la existencia humana. He aquí la importancia de las Reglas de Urbanidad y su relación con el misticismo y la espiritualidad.
Principios básicos de urbanidad:
  §  Respetar al otro como un otro: su carácter, su amor propio, sus opiniones, inclinaciones, caprichos, costumbres, etc., aunque las consideremos defectos. El respeto da un paso más que la tolerancia.
  §  Escuchar, más que hablar: descubrir quién es el otro, qué quiere, qué piensa. No dirigirse a él como si fuera una proyección de nosotros. Hablar sin descanso es una descortesía hacia los demás, y además revela cierto egoísmo.
  §  Comprender, antes que juzgar: no odiar al otro ni hablar mal de él ante otros por lo que creemos que son sus defectos. Siempre es mejor preguntarse: ¿qué hace que la persona que nos molesta actúe de la forma en qué lo hace? Así, será más fácil que comprendamos y más difícil que odiemos.
§  Pensar antes de actuar o de hablar: elegir siempre la mejor oportunidad, no ser imprudente. Evitar palabras molestas, observaciones poco delicadas, descorteses o demasiado personales.
§  Ser discreto: no hacer preguntas que nos hagan parecer excesivamente curiosos, ni divulgar los secretos que otros nos han confiado. De lo contrario, nos ganaremos que nadie confíe en nosotros.
§  Adecuar el discurso a los conocimientos del otro: evitar hacer comentarios sobre historia, ciencia, cultura o arte cuando no se conoce el grado de conocimiento de las personas que escuchan.
§  Adecuar el discurso a la situación del otro: percibir cuál es su estado anímico y, según eso, decir lo que sea apropiado.
§  Tratar a los demás como nos gustaría ser tratados.
En cuanto a nuestra educación como padres, es lógico que para que las personas cumplan con su misión por completo, deben ser educadas desde la infancia con las más elementales reglas de urbanidad. Por eso se dice que la educación nace en la cuna.

Desde que el bebé tiene primer contacto al nacer con sus padres y familiares, comienza la educación. Por eso los padres deben tomar como primeras normas de educación los siguientes puntos:
§  Hablar en voz baja, con dulzura, calidez y seguridad ante el bebe en la cuna.
§  No discutir jamás delante del niño y mucho menos decir malas palabras.
§  Dar el ejemplo siempre, no realizar nada obsceno, no criticar, ni hablar mal de otras personas, inclusive familiares.
§  Mantener una disciplina general en todo momento, tener orden, respeto de los horarios, cumplimiento del trabajo, buena administración del dinero y buenas relaciones humanas.
§  Cenar todos los días en familia dándole el ejemplo con una buena mesa servida, buenos hábitos alimenticios y buenos modales.
§  Enseñarles a cumplir con sus deberes, desde las tareas en la escuela, hasta el cumplir con promesas y ofrecimientos a otros niños o personas. Así les enseñaremos a ser hombres y mujeres de palabra.
§  Desde bien pequeños darle el ejemplo y mostrarle que el saludo, aunque no conozcamos a la persona, es básico para dar una buena impresión siempre.
§  Hablar correctamente el idioma que tengamos.
§  Ser sociables, poder sostener una conversación con todo tipo de personas. Ser cortes ante todos.
§  Vestir apropiadamente, de acuerdo a la edad y a la ocasión.
§  Tratar de evitar discusiones en tonos alterados y bajo estados emocionales extremos. Una sonrisa junto a una disculpa, es la mejor forma de evitar altercados desagradables.
§  Respetar la puntualidad y de no poder asistir por causas inevitables, comunicarlo con tiempo.
Estas son algunas de las principales reglas de urbanidad que si ponemos en práctica dando nuestro ejemplo a nuestros hijos, así  lograremos un futuro lleno de respeto hacia el prójimo.
Todas estas reglas, que podrían sintetizarse en:TRATAR A LOS DEMÁS COMO NOS GUSTARÍA SER TRATADOS, resultan básicas para vivir civilizadamente.
Por lo general, no están escritas, pero cuando todos las respetan nuestra vida se hace más agradable. Es importante cumplirlas, ya que cuando se hace, da un buen ejemplo. Ni hablar de la gentileza: pedir por favor, agradecer, ceder el asiento. Ser gentiles y civilizados, más allá del cumplimiento de ciertas normas básicas, implica recordarle al otro que es persona, y que la relación que podemos tener con él es una relación entre personas. En ámbitos en donde reina el buen trato, con tacto y civilidad, se vive mejor, el ambiente mejora y las relaciones humanas se enriquecen.
Si nos fijamos, está íntimamente relacionada la enseñanza de urbanidad con la educación en valores.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

HUELGA NACIONAL INDEFINIDA DE FENTASE

FENTASE - Base provincia de Satipo



Trabajadores administrativos de la base Satipo acatan huelga Nacional indefinida


domingo, 11 de noviembre de 2012

Parábola sobre la evaluación



—Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?
El maestro sin mirarlo, le dijo:
—Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después... — y haciendo una pausa agregó— si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este problema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.
—E...encantado, maestro— titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades, postergadas.
 —Bien, asintió el maestro.
 Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño y dándoselo al muchacho, agregó:
 —Toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.
El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara, sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta.
 Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado, abatido por su fracaso, montó en su caballo y regresó.
 Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría entonces habérsela entregado él mismo al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Entrando en la habitación, dijo:
 —Maestro, lo siento, no se puede conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.
 —Qué importante lo que dijiste, joven amigo— contestó sonriente el maestro—. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo. El joven volvió a cabalgar
 El joyero examinó el anillo a la luz del candil con su lupa, lo pesó y luego le dijo:
 —Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender, yo no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.
 —¡¡¡58 MONEDAS!!— exclamó el joven.
 —Sí— replicó el joyero—, yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé...si la venta es urgente...
 El joven corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido.
 —Siéntate— dijo el maestro después de escucharlo—. Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor? Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño.
De Jorge Bucay, en “Cuentos para pensar”
(Publicado en ForoRH núm. 149 - 24/06/2010)

viernes, 9 de noviembre de 2012

SIGNO LINGUISTICO

SENATI-2012
Para los alumnos y alumnas de "Auxiliar Administrativo Computarizado"

Signo lingüístico

LEER DETENIDAMENTE LUEGO RESPONDER LAS PREGUNTAS DEL EXAMEN VIRTUAL

EL SIGNO LINGÚÍSTICO
¿Qué es exactamente un "signo"? 

Es un elemento de la comunicación, perceptible a través de los sentidos, que sustituye a un objeto, idea, concepto, etc. denominado "referente". Es un símbolo gramatical que sirve para delimitar una frase (comas, punto y coma, puntos, etc.)./
Los signos pueden dividirse en "humanos" y "no humanos". Asimismo, los humanos pueden dividirse en dos sub-grupos, denominados.../
¿En qué clasificación abarcamos los signos si los ordenamos según si se perciben de manera visual, auditiva, táctil, etc.? Según el canal. Según el código. Según el sentido./
Según su origen, los signos pueden calificarse en "naturales" y "artificiales" (también denominados "culturales"). Relaciona: El humo del fuego Un apretón de manos Los dedos formando una "V" Un ligero temblor/
Según su referente (aquello a lo que sustituyen) un signo puede ser un "Indicio", un "Símbolo" o un "Icono". Relaciona cada término con su definición: Indicio Icono Símbolo

¿Qué nombre reciben los signos que forman el lenguaje verbal?/

Dentro de los signos lingüísticos entran los conceptos "significante" y "significado". Relaciona: Significante Significado/

Descargar el archivo y full estudio.


RESPONDER LAS PREGUNTAS VIRTUALES



viernes, 12 de octubre de 2012

¿Cómo puedes saber si te desprecias a ti mismo?


DESARROLLO PERSONAL


Cuando te desprecias, puedes hacerlo de diversas maneras. Todas estas formas de autodesprecio implican que te evalúas globalmente de manera negativa y peyorativa.
peyorativo, va.
(De peyorar).
1. adj. Dicho de una palabra o de un modo de expresión: Que indica una idea desfavorable.
2. adj. ant. Que empeora.

"No soy bueno". Aquí te juzgas negativamente en la esfera moral. Este juicio de valor es característico en el sentimiento de culpa.
"No valgo". Aquí juzgas que no tienes valor para ti ni para los demás. Esta forma de juzgar se encuentra en los casos de depresión y ansiedad.
"No agrado a nadie". En este caso juzgas que no eres atractivo para los demás. Es típica de muchos problemas emocionales, como la depresión, ansiedad, ira y celos insanos.
"Soy insignificante". Consideras que tienes poca o ninguna importancia, mientras ves a los demás como mucho más importantes. Típico en los casos de vergüenza y falta de seguridad en uno mismo.
"Estoy lleno de defectos". Aquí crees que hay algo básicamente mal en tu persona. Esta forma de juicio se encuentra a menudo en la vergüenza.
"Soy repulsivo.". En este caso piensas que eres horrible para ti y para los demás, y eso suele estar relacionado con algún aspecto de tu apariencia física. Suele verse en los casos de vergüenza.
"Soy un inútil.". Aquí te ves como carente de utilidad para el mundo. Se suele encontrar en la depresión.
"Soy estúpido". Tiendes a juzgarte a ti mismo en base a tu incompetencia o tu comportamiento derrotista. Esta forma de juicio es típica de la ira insana hacia uno mismo.
"Soy inferior". Aquí te juzgas a ti mismo en relación a los demás y te ves por debajo de ellos en esa comparación. Esta forma de juicio suele encontrarse en los casos de envidia insana, vergüenza, ansiedad y depresión.
"Doy pena". En este caso te evalúas así por tener una debilidad inaceptable o por actuar con debilidad. Esta clase de juicio se encuentra especialmente en la vergüenza y en la ira insana hacia uno mismo.

Habiendo descrito estas formas claras de autodesprecio, debería aclarar también que ese sentimiento puede adoptar formas más sutiles. Por ejemplo, a la vez que es posible que consideres que no vales por no conseguir una meta importante, puede que consideres que vales menos que si la hubieras conseguido. Otra forma sutil de desprecio es pensar que has fracasado y crees que no mereces tener suerte.


BIBLIOGRAFÍA
Extraído del libro "Acéptate a ti mismo" del Dr. Windy Dryden. Psicoterapeuta y orientación psicológica durante más de 25 años.