De cómo la librería Crisol –empresa del ex ministro de Educación José Antonio Chang y de Jaime Carbajal, que comparten directorio con Alan García– ocultó en 2010 su conflicto de intereses en una millonaria y sobrevalorada venta de libros al Ministerio de Educación.
José Antonio Chang fue ministro de Educación en el gobierno de Alan García desde julio de 2006 hasta el 18 de marzo de 2011. Fue además primer ministro desde septiembre de 2010 hasta marzo de 2011. Mantuvo durante ese período su condición de rector ‘en licencia’ de la Universidad de San Martín de Porres. Hasta que estalló el escándalo de los Petroaudios –en octubre de 2008– fue una licencia sin sueldo. Desde ese mismo año hasta que dejó sus puestos gubernamentales, Chang recibió paralelamente 100 mil soles mensuales de la San Martín, como licencia remunerada.
Chang no es el protagonista central en esta investigación, pero sí resulta importante para entenderla.
¿Por qué?
Chang fue uno de los personajes más poderosos en el gobierno de García. Era el inamovible ministro de Educación, a lo que sumó luego el premierato. Era además –y sigue siéndolo– el hombre fuerte de la universidad San Martín, cuyo rectorado ejerce sin interrupción, si se cuenta el período en licencia, desde 1996. Y también tenía, y tiene, una fuerte presencia en el sector privado, como socio (con el 34% de acciones) en la cadena de librerías más grande del país, Crisol.
Ese poder se entiende mejor cuando se ve la estrecha relación que ha tenido y tiene con el ex presidente Alan García Pérez. Este trabaja en la San Martín desde el 2001 hasta la actualidad, descontando los cinco años que estuvo en la presidencia. Es director del Instituto de Gobierno desde el 2001. No solo eso, la universidad le ha proporcionado el auto BMW en el que se moviliza y hasta se presentó como garante del préstamo que hizo García para comprarse su actual casa en Miraflores.
Así que, como se ve, Chang es un poderoso actor, en lo público y lo privado, en el ámbito de la educación y de los libros en particular.
En circunstancias como esa, la posibilidad de un conflicto de intereses es muy grande.
Por eso, cuando el ahora ex ministro declaró en marzo de 2012 ante la Megacomisión que investiga el gobierno de García, trató de sonar inequívoco al responder una pregunta sobre el tema:
“…en eso quiero ser clarísimo. Ordené expresamente a todos los funcionarios del Ministerio de Educación que no se contratara ni con la Universidad de San Martín de Porres ni con la empresa Crisol de la cual soy accionista”.
Esta declaración fue publicada en el informe sobre colegios emblemáticos de la misma Megacomisión.
Es que, en verdad, el asunto es delicado. El Ministerio de Educación es un importantísimo comprador de libros. En el otro lado del mostrador, Crisol es la principal cadena de venta de libros en el país. La presencia de Chang debiera haber excluido toda posibilidad de transacción entre ambos.
Eso se puso a prueba cuando el Ministerio de Educación decidió comprar libros para las bibliotecas de los colegios emblemáticos por un valor de 12 millones de soles, que después se redujo a 10 millones.
La convocatoria formal para esa compra, con cartas a varios proveedores, fue el 13 de septiembre de 2010, con la publicación de las bases del concurso público de precios en el SEACE (Sistema Electrónico de Contrataciones del Estado). Dos días después, el 15 de septiembre, se adjudicó la compra.
Y aquí, como diría el legendario Mario Moreno, está el detalle.
Crisol no figura en la compra. Tampoco ninguno de sus ejecutivos o socios. Entonces, ¿qué hay de raro aquí, qué merece una investigación?
Ahora lo decimos.
Toda la operación de compra, que se hizo en un solo acto, fue por 10 millones de soles, que se repartieron entre seis compañías. Pero no en igual proporción.
El 68.,58% de los diez millones fue adjudicado a una pequeña distribuidora de libros, llamada V&D Distribuidores. El 31% restante tuvo que dividirse entre algunas de las empresas más grandes en el mercado: Norma, Planeta, Vicens Vives, La Familia, entre otros. Santillana no participó, por lo menos directamente, en esa compra.
Hasta ese momento, V&D era una pequeña importadora y distribuidora, cuya venta más grande al Estado había sido por 93 mil 440 soles en 2005, en una venta de libros para docentes de educación primaria, según SEACE.
La venta de 2010 fue por 6 millones 881 mil 178 soles. De un acto al otro, V&D multiplicó por más de 60 veces la dimensión de sus negocios con el Estado. Y dejó en el camino a las principales empresas del sector.
Uno hubiera supuesto que una venta de ese calibre correspondiera a una empresa de gran tamaño. A Crisol, por ejemplo.
Pero Crisol no figura entre los participantes. Pareciera que, en efecto, no participó.
¿No participó?
Bueno, por lo menos, su gerente general, Jaime Carbajal, sí lo hizo.
Y, de hecho, Crisol también.
Ambos a ocultas.
Fuente: Diario16
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