El ejemplo que voy a escribir a continuación recrea un diálogo ficticio entre dos docentes. Pongamos que uno se llama Miguel (proactivo) y el otro se llama Juan (reactivo).
Ejemplo de diálogo reactivo con el SÍ, PERO…
Miguel: Juan, quiero proponerte algo que creo que te puede gustar.
Juan: Sí, pero rápido que no tengo mucho tiempo.
Miguel: Quería proponerte un proyecto conjunto entre tu especialidad y la mía.
Juan: Sí, pero no sé si tendré tiempo para este proyecto que me comentas.
Miguel: Había pensado en llevar a cabo este proyecto con los alumnos del grupo que ambos compartimos.
Juan: Sí, pero es que es el grupo más conflictivo que tengo.
Miguel: Precisamente por eso, creo que vendría bien probar algo nuevo.Juan: Sí, pero faltan unos meses para que acabe el curso y no sé si podríamos llegar a materializar el proyecto (Juan no tiene ni idea del proyecto que quiere proponerle Miguel).
Creo que este diálogo explica a la perfección cómo una simple conjunción -pero- es capaz de intoxicar por completo el diálogo entre dos personas, entre dos compañeros. En mi diálogo estas personas son docentes, pero seguro que se te ocurren muchos otros ejemplos relacionados con la vida cotidiana.
Pues bien, lo que propone Daniel H. Pink en su libro es simplemente cambiar el PERO por una Y. Te aseguro que el resultado es increíble. Veamos en qué consiste un diálogo proactivo.
Diálogo proactivo.
Para este diálogo mantendré a los mismos personajes y las mismas frases de Miguel. Lo único que cambiará será la palabra que viene a continuación de los síes de Juan.
Ejemplo de diálogo reactivo con el SÍ, Y…
Miguel: Juan, quiero proponerte algo que creo que te puede gustar.
Juan: Sí, y estaré encantado de escucharte con atención. Dime.
Miguel: Quería proponerte un proyecto conjunto entre tu especialidad y la mía.
Juan: Sí, y seguro que conociéndote y las ganas que le pones será más que interesante. Cuenta, cuenta.
Miguel: Había pensado llevar a cabo este proyecto con los alumnos del grupo que ambos compartimos.
Juan: Sí, y reconozco que al ser un grupo con una conflictividad manifiesta cualquier iniciativa que sirva para mejorar el grupo es bienvenida. Sigue.
Miguel: Precisamente por eso, creo que vendría bien probar algo nuevo.
Juan: Sí, y cuanto antes nos pongamos manos a la obra más rápido podremos llevarlo a la práctica este mismo curso. (Juan sigue no teniendo ni idea del proyecto, pero su proactividad le incita a darle una oporunidad a Juan).
Como ves, el contenido del diálogo ente Miguel y Juan es el mismo, pero habrás notado una diferencia enorme en la predisposición de Juan.
Pues bien, la actitud de Miguel a la hora de proponer y la actitud de Juan a la hora de estar receptivo ante la propuesta de Miguel es un claro ejemplo de lo que yo denomino proactividad docente.
Proactividad docente. A modo de conclusión.
Leer a los mejores nos hace mejores. Y no sólo mejores, sino que nos permite darnos cuenta de que en muchas ocasiones intoxicamos conversaciones que podrían suponer un pequeño cambio, una pequeña transformación. Un pequeño cambio que en apariencia no hace nada, pero que sumado a muchos pequeños cambios es lo que transforma la sociedad. Es el gran valor de las sinergias.
Ojalá que mañana, mientras caminas por el pasillo de tu centro escolar, te encuentres a un compañero que te permita responder con un Sí, y...
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Por una escuela y un profesorado proactivo