Muchos de mis
artículos se refieren a la relación de los docentes con los alumnos. En la
entrada de hoy no hablaré de alumnos, sino de compañeros de profesión, de
docentes y, concretamente, de los que considero docentes tóxicos. Se trata de un tipo de docente que inevitablemente está
presente en todos los claustros, en mayor o menor medida. Personalmente, creo
que es importante que sepamos detectarlos porque pueden ejercer una influencia
negativa en nosotros, así como en el resto de la comunidad educativa. No negaré
que las cualidades o, en su caso, defectos del docente tóxico están implícitas
muchas veces en el propio sistema educativo y en el modo de proceder de los
centros. Pero de lo que no tengo ninguna duda es que hay docentes que suman y
docentes que restan. A los que restan yo les denomino docentes tóxicos.
En este artículo
quiero dar mi visión de lo que entiendo por un docente tóxico con la intención
de que cada uno de vosotros seáis capaces de detectarlos.
El docente tóxico es aquel que…
1. Dice que Siempre se ha hecho así. Odio oír esta
frase. Lamentablemente se trata de una frase muy repetida y común en
determinados docentes. Creo que transmite una idea de la Educación muy
equivocada, ya que fomenta el inmovilismo y la falta de innovación. Siempre
desconfío de las personas que pronuncian esta frase cuando se les hace algún
tipo de propuesta. Suelen ser docentes que llevan largo tiempo en un mismo
centro educativo y desempeñando una mima labor. Con esto no quiero decir que lo
que funciona en un centro deba cambiarse. Simplemente digo que hay que tener la
visión de que incluso aquello que fusiona, tal vez es posible que funcione
incluso mejor, y aquello que no funciona, tal vez es conveniente sustituirlo
por algo que creamos que puede ser mejor.
2. Propone, pero no dispone. El docente tóxico suele ser muy
dado a realizar propuestas, pero a pedir a otros compañeros que las lleven a
cabo. Se trata de un tipo de docente que al principio da un paso adelante para,
a continuación, dar dos pasos atrás. Reconozco que en algunos momentos me he
dejado llevar por esta mala praxis. Se trata de un docente de palabra y de
escasa acción. No suele ser consciente del trabajo implícito que supone una
propuesta, por acertada que sea. Al respecto, suele ser muy común en los
claustros y reuniones de equipos docentes. También es muy frecuente en sesiones
asamblearias.
3. Explica mucho y enseña poco. El docente tóxico entiende la
Educación como una mera transmisión de conocimientos. Es un profesor que
explica de forma unidireccional. Puede ser que explique bien, pero no enseña.
Puede que sea un buen especialista en la materia que imparte, pero le falta
pedagogía a la hora de afrontar una sesión lectiva. Se trata de un docente que
se preocupa por hacer una buena clase, pero no invierte el mismo tiempo en
pensar cómo podrá enseñar aquello que sabe para que llegue a todos sus alumnos.
4. No mira a los ojos de la gente. El docente tóxico no mira a los ojos
de la gente. Es un docente que se relaciona poco y mal con sus compañeros, bien
porque no le interesa, bien porque lo concibe como una pérdida de tiempo. Se
trata de un docente que no le da importancia a las relaciones interpersonales,
que tiene poca empatía. Además de ser un docente tóxico, es un docente
invisible. Se trata de un compañero que vive su trabajo de una forma
tangencial, que no se compromete con nada ni con nadie, que rehuye cualquier
tipo de responsabilidad, que intenta pasar lo más desapercibido posible, que no
no se sabe el nombre de todos los compañeros del claustro, que..
5. Oye, pero no escucha. En el artículo titulado 5 consejos para aumentar la empatía con tus alumnos ya
hablé de la distinción entre oír y escuchar. El docente tóxico tiene la manía
de no escuchar a los que le rodean, entre otras muchas cosas porque tiene el
convencimiento de que poco o nada aprenderá de estos. Es un docente al que
mientras le hablas, sabes que tiene el pensamiento en otro sitio, sabe que
aquello que le estás diciendo poco a nada le importa.
6. La culpa la tiene… El docente tóxico es aquel que
cree que todos tienen la culpa, excepto él. Culpa a sus alumnos porque no le
entienden, culpa a equipo directivo por su gestión, culpa a la administración
por el sistema educativo, culpa a los padres por cómo educan a sus hijos, culpa
a… El docente tóxico carece de la perspectiva para creer que muchos de los
cambios y mejoras deben empezar por uno mismo. El docente tóxico culpa, pero no
se interroga a sí mismo. Personalmente, es un tipo de docente que ejerce una
influencia muy negativa en los claustros, ya que su visión de la Educación
puede resultar muy contagiosa. Además se trata de un docente con el que es
difícil establecer un diálogo, ya que parte de una visión muy cerrada de lo que
entiende como Educación.
7. Es funcionario, luego docente. El docente tóxico es un docente de
profesión, pero no de vocación. No digo que esto sea negativo, pero lo cierto
es que plantearse una vida laboral en una profesión tan exigente como la
nuestra requiere en cierto modo una cierta actitud vocacional. El docente
tóxico sabe que vive de su trabajo, pero también tiene claro que no vive por su
trabajo. Creo que a la larga acaba siendo perjudicial tanto para este docente,
como para el resto de sus compañeros.
8. Confunde lo personal con lo profesional. El docente tóxico
comete el error de no diferenciar lo personal de lo profesional. Se trata de un
tipo de docente que sabe mucho sobre los demás, pero que nos es capaz de
gestionar esta información de una manera adecuada. Es un docente que habla poco
y pregunta mucho. Hay que ir con cuidado con este tipo de compañero porque no
siempre es capaz de de diferenciar entre una confidencia y una exclusiva.
9. No crea, copia. El docente tóxico tiene una gran capacidad para
apropiarse de lo que no es suyo. Se trata de un compañero que invierte más
tiempo en mirar lo que hace el resto de sus compañeros que no de proponer para
sus compañeros. Personalmente es un docente al que me gusta tener lejos, porque
no tiene el más mínimo interés en aprender.
10. Colabora, no coopera. El docente tóxico no tiene por qué
ser poco trabajador. En Educación, existe una gran confusión entre lo que se
entiende por colaborar y lo que se entiende por cooperar. En este sentido
recomiendo la lectura del artículo Colaborar vs. Cooperar en el aula.
El docente tóxico prima la colaboración por encima de la cooperación, o lo que
es lo mismo, prima la homogeneidad sobre la heterogeneidad, tiende a excluir en
lugar de incluir, prefiere trabajar con y no trabajar por,
prima el esfuerzo individual en vez de la ayuda mutua.
Como he dicho al principio del artículo, hay compañeros que suman y
compañeros que restan. En nuestro caso, no podemos elegir a los compañeros que
trabajarán con nosotros. Pero creo que sí debemos ser capaces de dar ejemplo a
todos aquellos que comparten el claustro al que pertenecemos. Ser un docente
tóxico está al alcance de todos. De lo que se trata es de aprender a
detectarlos y ser un ejemplo para ellos y para nosotros mismos. Como yo, estoy
seguro que muchos de vosotros al haber leído este artículo os habréis sentido
identificados con algunos de los rasgos a los que me he referido al hablar de
lo que considero como un docente tóxico. Si es así te doy mi más sincera
felicitación, porque, para cambiar, primero debemos reconocer aquello que no
funciona en nosotros mismos y tener el convencimiento y la determinación de
transformado y de ser un ejemplo que inspire a los demás también a su
transformación.
http://justificaturespuesta.com/eres-un-docente-toxico-si/
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