Cuando eres docente,
muchas veces piensas que tu trabajo consiste en dar respuestas. Pues nada más
lejos. De lo que se trata es de hacer las mejores preguntas, porque haciendo
las mejores preguntas serás capaz de dar lo mejor que hay en ti, te permitirá ser
cada día mejor en tu trabajo y eso repercutirá favorablemente en tu vida
personal. Pues bien, hay una pregunta que me parece que deberías hacerte con
frecuencia y es, ¿qué me aleja de mis alumnos? Pues bien, si sigues leyendo
encontrarás, como mínimo, diez respuestas.
¿Qué te aleja de tus alumnos?
1.
Pronombre tú. Nunca te dirijas a un alumno utilizando el
pronombre tú. Por ejemplo, Tú, ven aquí. Para mí tiene una carga tremendamente
negativa, es impersonal y autoritario. Además tiene un alto valor intimidatorio
que no hace más que minar la autoestima de tus alumnos.
Cambiando una orden por una pregunta abierta, consigues crear un puente con el
alumno, un lazo emocional que siempre te reportará beneficios.
2.
Dualidad. ¿Por qué te empeñas en ser de una forma
dentro del aula y de otra forma fuera de ella? Si te paras a pensar por un
momento en tus alumnos, comprobarás que ellos son siempre los mismos. ¿Por qué
no puedes hacer lo mismo? ¿Qué ganas siendo dos personas distintas? Si te
quieres ganar a tus alumnos, debes ser consciente de que cuanto más coherente
seas contigo mismo, más valor le darán tus alumnos a esta cualidad. No se trata
de ser mejor, simplemente se trata de ser siempre uno mismo en todo momento.
3.
Miedo. Enseña desde el miedo y estarás cada vez más
alejado de tus alumnos. Como docente nunca debes confundir estos tres términos:
respeto, autoridad y miedo. En muchas ocasiones nuestra conducta en el aula es
la de impartir miedo, de enseñar a través del miedo y la amenaza. Por tanto,
debes saber que el miedo disminuye la autoestima y anula la empatía con tus
alumnos. De lo que se trata no es de dar miedo, sino de enamorar. Si no,
compruébalo en este enlace.
4.
Error. Nunca te cebes con el error. Todo lo
contrario. Debes premiarlo. No olvides nunca que si un alumno nunca se
equivoca, nunca será capaz de aprender nada nuevo. El error forma una parte
esencial del proceso de enseñanza-aprendizaje y así es como hay que verlo. No
hay que castigar nunca el error. Todo lo contrario. Hay que hacer del error una
oportunidad para que tus alumnos ganen en seguridad, se arriesguen a decir lo
que piensan y lo que sienten. Hoy más que nunca hay que enseñar no desde el
acierto, sino desde el error y así conseguirás tener alumnos más seguros de sí
mismos y obtendrás así mucha más empatía con ellos.
5.
Generalización. Sois el peor grupo. Sois el grupo con peores
notas. Sois la clase que peor se porta… Así podría seguir enumerando frases y
más frases tremendamente negativas para el grupo y también para ti. ¿Cómo quieres
ganarte a tus alumnos usando tales generalizaciones? Las generalizaciones,
tanto para bien como para mal, son muy dañinas para un grupo clase. De lo que
se trata es de personalizar al máximo. Sacar el máximo partido de cada uno y
nunca desde la generalización ni la comparación, sino partiendo del propio
alumno. Cuanto más pienses en términos de grupo, más alejado estarás de cada
uno de los alumnos de dicho grupo. Trabaja desde la individualidad. Haz ver a
cada alumno de forma individual cuáles son sus capacidades, sus puntos fuertes
y en cuáles debe mejorar. Si individualizas, lo que conseguirás es hacer un
grupo más fuerte y un grupo más fuerte siempre será un grupo que funcionará
mejor.
6.
Promesas. ¿Cuántas promesas has hecho en clase que
después no has cumplido? Debes ser extremadamente cuidadoso con las promesas
que haces a tus alumnos, al igual que las amenazas. Siempre pienso que tus
alumnos tienen un sentido de lo que se entiende por justicia mucho más estricto
que el que tienes tú. Por tanto, evita las promesas y, en la medida que te sea
posible, transfórmalas en pactos. La promesa es unidireccional, mientras que el
pacto es un acuerdo entre dos o más.
7.
Roles. Este apartado es crucial para mí y creo que
también debería serlo para ti. Como docente, tienes muy definido el rol tanto
de docente como de alumno. Pues bien, creo que en la actualidad, más que nunca
se hace necesario que el alumno asuma otro rol que no sea exclusivamente el de
alumno. Me explico. En una clase con un docente y veinte alumnos hasta ahora se
pensaba que el único que tenía algo que enseñar era el docente. Si lo piensas
bien es un auténtico disparate. Piensa en el potencial de lo que puede enseñar
una única persona y de lo que podrían enseñar veinte. Cuantas menos opciones
des de cambiar de rol a tus alumnos, estos alumnos más alejados estarán de ti,
porque la enseñanza unidireccional a la larga sólo crea aburrimiento. Nunca
pienses que eres un docente aburrido. Si eres aburrido es porque crees y haces
creer a tus alumnos que eres el único que tiene algo que aportar en una sesión
lectiva. Si no estás dispuesto a aprender de tus alumnos, ¿por qué te extrañas
cuando ellos no quieren aprender de ti?
8.
Perdón. ¿Cuándo fue la última vez que pediste perdón
delante de tus alumnos? Si no eres capaz de recordarlo, entonces tienes un
problema. Aún existe esta idea preconcebida del docente que lo sabe todo, que
tiene todas las respuestas. Otro error que no hace más que alejarte de tus
alumnos. Si antes he dicho que el error bien gestionado conlleva un aumento de
la autoestima de tus alumnos, el saber pedir perdón, el reconocer que nos hemos
equivocado te hace más humano, te acerca tus alumnos, aumenta la empatía con
ellos. El perdón, como el error, siempre deben ser tus aliados, siempre deben
humanizar y acercar a las personas.
9.
Privilegios. Te sientas en una silla más cómoda. Tienes
una mesa más grande. Nunca borras la pizarra. Nunca vas a por tiza. Puedes
llegar tarde. Privilegios y más privilegios. No digo que no sean necesarios.
Simplemente creo que se trata de gestionar de la mejor manera posible estos
privilegios porque pueden hacer que te alejen aún más de tus alumnos. Me
explico. Los privilegios pueden provocar distanciamiento, pero mal utilizados
dan la sensación de superioridad, de menosprecio hacia los que te rodean. Hay
docentes que le dan mucha importancia a estos detalles. Pues bien, en mi
opinión, cuanta más importancia les des a dichos detalles, más alejado vas a
estar de tus alumnos, más difícil te será conectar con ellos. Usa estos
privilegios desde la naturalidad, pero nunca desde la prepotencia.
10.
Distanciamiento. Dicen que la distancia es el olvido. Este
último punto está muy ligado al de los privilegios. Tanto si eres tutor, como
si eres dado a dinámicas de grupo o actividades de aprendizaje cooperativo te
recomiendo que en determinados momentos de la sesión lectiva intentes
mimetizarte con ellos, ser uno más del grupo. Se trata de una actuación
altamente efectiva y que te reportará una mejora, un acercamiento en la relación
con tus alumnos. Por unos instante sé uno más, coopera con tus alumnos en mover
mesas y sillas, sé uno más a la hora de colgar unos murales en las paredes del
aula, siéntate con ellos, mézclate con ellos cuando estéis viendo algún
contenido audiovisual. Siempre he pensado que en una sesión lectiva hay tiempo
para enseñar, pero también hay tiempo para cooperar, para que vean tu
implicación con lo que haces, para que vean la pasión que sientes por tu
trabajo.
En este artículo te he
hecho una pregunta y te he dado diez respuestas. Ahora te toca a ti preguntarte
qué puede hacerte mejor docente. Ahora te toca a ti hacerte las mejores
preguntas. Ahora te toca a ti encontrar las mejores respuestas.
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